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El ascenso de los fascismos |
Los
fascismos surgieron tras la Gran Guerra en un escenario de crisis económica,
social, política e ideológica que originó un caldo de cultivo propicio al exacerbamiento de los nacionalismos.
Constituyeron
una ideología que en mayor o menor medida
se extendió por casi toda Europa a través de organizaciones inspiradas en
el modelo italiano de Mussolini y, algo más tarde, en el nazismo alemán.
Hitler y Mussolini en septiembre de 1938
En Alemania Hitler desarrolló una política tendente a crear un estado de base racial, el III Reich. Para ponerlo en marcha con garantías de éxito necesitaba crear un potente ejército con el que poder anexionarse territorios y satisfacer los anhelos imperialistas de una “Gran Alemania”. Pero para ello tenía que sacudirse las limitaciones del Tratado de Versalles, que, a su juicio, constituían una humillación para los alemanes. En 1933 abandonó la Sociedad de Naciones e inició una política expansiva que se concretó en la Anexión del Sarre (1935), la remilitarización de Renania (1936), la anexión de Austria (1938) y la anexión de Checoslovaquia (1938).
Ante ello las potencias europeas prefirieron adoptar una actitud pasiva, de apaciguamiento, a fin de evitar la confrontación militar.
En Italia, Mussolini igualmente alentó el expansionismo territorial en pos de la creación de un imperio colonial que engrandeciera al país económica, política y militarmente. Fruto de esa estrategia fue la invasión de Abisinia en 1935, que le acarreó la expulsión de la Sociedad de Naciones.
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Ruinas de Guernica (España) tras el bombardeo llevado a cabo por aviones alemanes de la Legión Cóndor. 26 de abril de 1937 |
En octubre de 1936 ambos líderes firmaron una alianza denominada el “Eje Roma-Berlin” (al que se sumarían más tarde Japón y otros estados). La colaboración entre ambos dio sus frutos durante la Guerra civil española (1936-1939).
Hideki Tojo. Lideró las tesis militaristas y totalitarias en Japón
Japón, aunque no desarrolló de manera explícita un régimen fascista, no obstante, tuvo rasgos similares, como el totalitarismo y un exacerbado militarismo. Al igual que los de Alemania e Italia, los gobernantes japoneses buscaron la creación de un imperio que les concediese la supremacía económica, política y militar en Asia. Rompiendo con todos los tratados internacionales, en 1931 invadió Manchuria, donde, en 1932, creó el estado títere de Manchukuo. En el área del Pacífico los intereses japoneses entraron en conflicto con los de Estados Unidos, propiciando un encontronazo que se saldaría con el ataque nipón a Pearl Harbor y la guerra entre ambos estados.
La debilidad de las democracias