Como aconteció durante la etapa que precedió a la Primera Guerra Mundial, desde la segunda mitad de los años 30 fueron configurándose diversas alianzas entre las potencias. Éstas se concretaron en una serie de pactos, entre los que hay que destacar los siguientes:
En octubre de 1936 nació el Eje Roma-Berlín. Inauguraba una estrecha colaboración entre nazis y fascistas, fortalecida por el éxito obtenido en la Guerra Civil Española.
En noviembre 1936 Alemania y Japón firmaron el "Pacto Antikomintern".Sellaba una alianza que tenía como objetivo defenderse de la amenaza del comunismo internacional. A él se adhirió en 1937 Italia y, más tarde, España, Hungría, Bulgaria y Manchukuo. Con este pacto Hitler pretendía aislar internacionalmente a la URSS.
Firma del Pacto de Acero, el 22 de mayo de 1939
En mayo de 1939 Alemania e Italia suscribieron el denominado "Pacto de Acero". Hitler deseaba contar con aliados en Europa en el momento de emprender la ya planeada invasión de Polonia. El pacto comprometía a ambas potencias a apoyarse mutuamente en caso de guerra. De hecho, no fue respetado por Italia, pues, al producirse la invasión de Polonia, Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania, y Mussolini objetó que Italia no estaba lista para participar en la contienda. Solo rompió las hostilidades con Francia, cuando en junio de 1940, ésta ya estaba prácticamente derrotada.
Firma del Pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética. 23 de agosto de 1939
El 23 Agosto de 1939 Hitler y Stalin rubricaron por medio de sus ministros de asuntos exteriores Ribbentrop y Molotov, un “Pacto de no agresión” que, por ser considerado contra natura dejó perplejas a las potencias occidentales, así como a muchos afiliados y simpatizantes nazis y comunistas.
La razón de ese extraño maridaje hay que buscarla, por un lado, en la necesidad de Hitler de asegurarse la paz en el frente oriental, en tanto desarrollaba la guerra con las potencias occidentales, evitando de ese modo luchar en dos frentes. Por otro, Stalin, sumido en un absoluto aislamiento internacional, ganaba tiempo para prepararse para la inevitable guerra con Alemania.
El pacto de no agresión entre Hitler y Stalin contenía cláusulas secretas que les reservaba diversas áreas de influencia en Europa central y oriental. Entre ellas, estaba Polonia, que quedaría repartida, tras su invasión en dos zonas: una germana y otra soviética.
Firma del Pacto Tripartito. 27 de Septiembre de 1940
En septiembre de 1940, ya iniciadas las hostilidades, Alemania, Italia y Japón firmaron el “Pacto Tripartito”, con ello Japón se sumaba al Eje Roma-Berlín. El acuerdo obligaba a las potencias signatarias a ayudarse mutuamente en caso de guerra. Sin embargo, Japón quedó liberado del compromiso de atacar a la Unión Soviética. El gobierno nipón deseaba tener las manos libres para actuar contra de los Estados Unidos.
La reacción de las potencias occidentales ante esos acuerdos fue vacilante y tibia. Estados Unidos, tras la I Guerra Mundial, había optado por la neutralidad, en tanto que Francia, la principal interesada en desmantelar el orden gestado, no contó con el apoyo del Reino Unido.
La Sociedad de Naciones, teórica garante del orden pacífico internacional, al carecer de medios militares disuasorios, nada pudo hacer para atajar la escalada de alianzas que condujo a la guerra.
Pacto de Munich. De izquierda a derecha: Chamberlain, Daladier, Hitler y Mussolini
Expresión de este estado de cosas fue la Conferencia de Munich, celebrada en septiembre de 1938, en la que Francia y Reino Unido, tras ceder a los intereses de Hitler en los Sudetes, tenían la confianza de saciar el apetito territorial de Hitler.
La invasión de Polonia en septiembre de 1939 desmentiría esa percepción. Francia y Reino Unido declararon la guerra a Alemania en virtud de los compromisos que tenían contraídos con los polacos. La guerra se extendió por el continente europeo.
Características de la guerra