La Segunda Guerra Mundial significó un gran cambio en la forma de combatir. Junto a las armas convencionales, empleadas en conflictos precedentes, surgieron otras nuevas. Aquellas que habían sido utilizadas anteriormente se adaptaron a novedosas formas de estrategia.
Si en la Primera Guerra Mundial las armas tuvieron fundamentalmente un carácter defensivo (ametralladora, minas, artillería pesada, etc.), útil en la lucha de trincheras, durante la Segunda Guerra Mundial adquirieron más importancia las de carácter ofensivo y móvil. El protagonismo correspondió básicamente al carro de combate y al avión.
Panzer VI (Tiger I). 1940
Respecto a los tanques, utilizados con desigual éxito en la Gran Guerra, fueron dotados de cañones de mayor calibre, blindajes más gruesos y resistentes, así como de mejoras en la velocidad y autonomía. En este aspecto destacaron los carros de combate alemanes (los panzer en sus diversos modelos), auténticos protagonistas durante la primera fase de la guerra (invasión de Polonia y Batalla de Francia). No le fueron a la zaga en calidad los carros de combate soviéticos, entre los que destacó el famoso T-34. Los aliados dispusieron, en general, carros menos sofisticados, pero algunos de ellos fueron empleados con gran éxito a lo largo de casi todo el conflicto; fue el caso, por ejemplo, del Sherman estadounidense.
Formación de Stukas. 1943-1944
La aviación jugó un papel esencial durante la contienda, ya fuese utilizada en misiones de bombardeo, o de apoyo a los carros de combate. Abandonó la exclusiva misión de reconocimiento para convertirse en un arma ofensiva. Sirvió para trasladar unidades aerotransportadas (paracaidistas) y, en formaciones cerradas, tuvo la misión de destruir objetivos militares y civiles. En 1939 la Luftwaffe alemana disponía de 4.800 aparatos de guerra, de los cuales 1670 eran bombarderos. Momentos cruciales de la guerra se decidieron en el aire, como ocurrió en la Batalla de Inglaterra (julio-octubre de 1940). Algunos aparatos alcanzaron gran prestigio, como el Stuka alemán o el Spitfire británico.
Cañón antitanque japonés Tipo 1, de 47 mm
Otras armas empleadas en el conflicto (ametralladoras antiaéreas, minas anticarro, etc.) estuvieron, en cierto sentido, destinadas a contener el poder destructivo de los tanques y aviones.
Portaaviones estadounidense Hornet. 1942
En el caso de la guerra en el mar, los alemanes, como en la Primera Gran Guerra, hicieron uso intensivo de los submarinos, pero el éxito de sus U-Boote quedó aminorado por el empleo de las minas submarinas, cargas de profundidad y el agrupamiento de los buques aliados en convoyes fuertemente protegidos. Los enormes buques acorazados de superficie (el japonés Yamato fue el mayor de todos) poco pudieron hacer frente a los ataques de las aeronaves, procedentes bien de bases situadas en tierra firme, bien de buques preparados al tal efecto: los portaviones. En algunos escenarios como el del Pacífico la guerra se decidió por la acción de los mismos. La destrucción de los que poseía la marina japonesa en las batallas de Midway (1942) y Golfo de Leyte (1943) inclinaron la balanza a favor de Estados Unidos.
Bomba nuclear Little Boy que destruyó Hirosima el 6 de agosto de 1945
En una fase avanzada de la contienda aparecieron nuevas armas. Fue el caso de las bombas volantes V- y V-2, lanzadas por los alemanes sobre Londres desde el sur del canal de la Mancha. La capitulación de Japón se produjo tras serle arrojados los ingenios más destructivos de cuantos fueron empleados durante la contienda: las bombas nucleares que arrasaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
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Arriba izquierda:
Principio de funcionamiento del radar.
La emisión de un impulso de ondas de radio se refleja en el objetivo. El retorno de la señal o eco, es recibido por la antena del radar y permite medir el tiempo de viaje de ida y vuelta. La distancia del objetivo es proporcional al tiempo invertido en dicho viaje.
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A la derecha:
Misil balístico alemán V2.
Sirvió de modelo a los misiles modernos.
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Radar y Misil balístico V2
La utilización de ingenios no estrictamente ofensivas como el radar, que detectaba y controlaba la evolución de aviones o naves, o la "Máquina Enigma", empleada por los alemanes para cifrar mensajes, da una idea de la complejidad y tecnificación alcanzados durante el conflicto.
Messerschmitt Me 262
Otras armas revolucionarias no tuvieron tiempo de llegar a ser plenamente operativas, aunque Hitler había depositado sus esperanzas en ellas. Algunas, como el avión a reacción Messerschmitt Me 262, si bien llegaron a entrar en combate, lo hicieron muy tarde y en reducido número, lo que limitó su influencia en el resultado final de la guerra.
Tácticas y logística