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La anexión de Austria: el Anschluss (1938) |
El Tratado de Versalles prohibía expresamente la unión de Alemania y Austria en un solo Estado. Sin embargo, ésta era una de las principales reivindicaciones que Adolf Hitler expresaba en su libro Mein Kampf.
Edición francesa de Mein Kampf. 1934
La población austríaca era, como la alemana, mayoritariamente germánica. Una importante proporción de los ciudadanos, fundamentalmente los nazis austríacos, era favorable -desde una visión pangermanista- a la integración estatal con Alemania, lo cual llevó al dictador alemán a forjar la idea de una “Gran Alemania”. En ello pesaba sin duda la situación económica de Austria, todavía muy deteriorada por las repercusiones de la crisis de 1929, y que hacía que Alemania fuese vista por los austríacos como la posible solución a sus problemas.
Hitler ya había intentado la anexión de Austria en 1934, cuando el primer ministro austríaco Dollfuss (de tendencia fascista) fue asesinado por los nazis alemanes que intentaron tomar el poder por la fuerza. El fracaso del golpe de estado y la determinante oposición de Benito Mussolini a la anexión que Alemania perseguía, hicieron fracasar los planes de Hitler.
A partir de esa fecha la inestabilidad política de Austria fue creciendo, alentada por el propio Hitler. El nazismo austríaco proalemán animó a Hitler a presionar al primer ministro Schuschnigg para que consintiese el “Anschluss” (unión, reunión o anexión) del país. Ante tales amenazas, el canciller austríaco pidió ayuda a Francia y Gran Bretaña que, sin embargo, rehusaron intervenir. Para legitimar su postura, Schuschnigg convocó para el 13 de marzo de 1938 un referéndum que expresara la posición de la población austríaca respecto al Anschluss. Hitler se opuso a tal plebiscito, dado que no deseaba correr el riesgo de un posible rechazo de los austríacos a la unión.
Entrada de fuerzas alemanas en Viena
El 12 de marzo de 1938 las tropas alemanas entraron en Austria. Para entonces el primer ministro austríaco Schuschnigg había presentado su dimisión y había sido sustituido por el pronazi Seyss-Inquart. Las tropas alemanas fueron recibidas con júbilo por la mayoría de la población austríaca. Así desaparecía la I República de Austria, surgida tras la I Guerra Mundial de la desmembración del otrora poderoso Imperio Austríaco. El país quedaba anexionado a Alemania con el nombre de “Marca Oriental”.
Para legitimar la anexión, Hitler convocó un referéndum en abril de 1938, que arrojó unos resultados abrumadoramente favorables a la unión.
La tibia oposición de las potencias vencedoras en la Gran Guerra (especialmente Reino Unido y Francia) que debían haber garantizado el cumplimiento de los acuerdos de Versalles respecto a Austria, estimularon la política expansionista de Hitler. El presidente checoslovaco Edvard Benes se sintió seriamente preocupado por los hechos, pues comprendía que su país era el siguiente en la lista de Hitler.
La crisis de los Sudetes