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La invasión de Bélgica, Holanda y Luxemburgo (1940) |
Interior de un fortín de la Línea Maginot
Durante ese tiempo, el ejército franco-británico se preparó para resistir el ataque alemán por la frontera belga, dejando al resto de sus tropas en la frontera con Alemania, es decir, tras la Línea Maginot, conjunto de fortificaciones, consideradas inexpugnables, construidas por los franceses a lo largo de la frontera, entre 1929 y 1931.
Con parte de su ejército, los alemanes atacaron -tal y como esperaban los aliados- por las llanuras belgas. Sin embargo, el grueso de la ofensiva se llevó a cabo a través del macizo boscoso de las Ardenas. En ambos casos evitaron el frente Este, donde el ejército alemán hubiese tenido que superar la mencionada Línea Maginot. El bosque de las Ardenas era considerado por el alto mando francés como infranqueable para las unidades acorazadas y motorizadas y, por lo tanto, estaba escasamente guarnecido.
Paracaidistas alemanes que tomaron la fortaleza belga de Eben-Emael
Unidades de paracaidistas alemanes, apoyadas por tanques y unidades de infantería y artillería motorizadas irrumpieron vertiginosamente, en una “guerra relámpago”, por las llanuras belgas y holandesas. El 11 de mayo cayó la fortaleza belga de Eben-Emael.
Ruinas de Rotterdam tras los bombardeos. Mayo de 1940
El 14 de mayo Rotterdam, principal puerto holandés, fue duramente bombardeado. El gobierno holandés dimitió. En tan solo dos semanas ambos países, junto a Luxemburgo, habían sido totalmente ocupados. El ejército franco-británico, ante la presión de los ejércitos alemanes fue retrocediendo hasta quedar atrapado entre éstos y el mar, en Dunkerque.
La derrota de Francia