La Segunda Guerra Mundial revolucionó las estrategias empleadas en la Primera Gran Guerra. La guerra mecanizada arrumbó las viejas tácticas basadas en la construcción de fortificaciones y trincheras desplegadas a lo largo de frentes inmóviles.
En los ejércitos aliados hubo militares que durante el período de entreguerras adivinaron la importancia que adquirirían con el tiempo el tanque y el avión. Fue, por ejemplo, el caso del general francés Charles De Gaulle. Sin embargo, sus opiniones no fueron tenidas en cuenta. Buena parte de los altos mandos aliados permanecieron anclados en antiguas fórmulas, considerando las nuevas ideas como meras excentricidades.
Desfile de tanques en la ciudad alemana de Núremberg. 1935
Fue el Ejército alemán el que puso en práctica una visión revolucionaria a la hora de utilizar las unidades acorazadas, poniéndolas en estrecha colaboración con la aviación. La “Blitzkrieg” o "Guerra relámpago", que ejecutaron con absoluta maestría los generales alemanes como Guderian o Rommel, se caracterizó esencialmente por la gran movilidad, la rapidez, la sorpresa y una alta concentración de fuego. Confirió a las unidades acorazadas germanas, agrupadas en formaciones compactas, y apoyadas desde el aire por la aviación, una clara superioridad sobre sus oponentes.
Casamata de la Línea Maginot en la actualidad
Esta forma de utilizar armas ya conocidas, fue absolutamente novedosa y contrastó con la de ejércitos como el francés, empeñados en una guerra defensiva, que otorgaba el protagonismo a la infantería. Los tanques continuaron siendo empleados en unidades dispersas, con la tarea de apoyar y proteger a los soldados de a pie. Se desperdiciaba de ese modo la mayor parte de su potencial. Los mandos franceses, con algunas excepciones, depositaron sus esperanzas en obras maestras de ingeniería defensiva como fueron las fortificaciones integrantes de la Línea Maginot. Éstas se revelaron ineficaces, pues los alemanes las eludieron, penetrando en Francia a través del desguarnecido bosque de las Ardenas.
Campo petrolífero de Ploiesti (Rumanía). 1946
Junto al armamento y el empleo de nuevas tácticas, fue en el campo de la logística donde la guerra adquirió un nuevo significado. Frente a las guerras tradicionales, incluso frente a la Gran Guerra, en la Segunda Guerra Mundial, el empleo de una enorme cantidad de divisiones desplegadas por extensos frentes, requirió una concienzuda coordinación. El uso de grandes agrupaciones motorizadas, acorazadas y aéreas necesitaba de una cuidadosa planificación en cuanto a abastecimiento de combustible, munición y repuestos. El sistema productivo se puso al servicio de las necesidades de guerra como nunca lo había hecho con anterioridad. Se necesitaban más hombres y mujeres trabajando en las fábricas y menos soldados en el frente, ya que éstos fueron suplidos en buena medida por las máquinas.
Cartel estadounidense previniendo contra el espionaje
El espionaje constituyó una actividad esencial sobre la que descansaron los planes bélicos. Para contrarrestarlo se crearon servicios de contraespionaje y se propagaron campañas de intoxicación con información falsa, destinadas a confundir y desmoralizar al enemigo.
Mujeres soldado soviéticas
La mujer se incorporó al servicio activo a través de cuerpos auxiliares. Pero en algunos casos, como el del Ejército Rojo, llegó a participar activamente en las batallas, en pie de igualdad con los hombres.
Antecedentes, el camino hacia la guerra