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Consecuencias políticas de la II Guerra Mundial: la bipolarización |
Entre los estados vencidos, Alemania fue el más perjudicado. Por segunda vez vio cómo se malograba la oportunidad de convertirse en una potencia de rango mundial. Perdió la soberanía y su territorio fue repartido entre los vencedores.
Japón, aunque conservó su integridad territorial, quedó ocupado y administrado por los Estados Unidos, representados por el general MacArthur. Su modelo de gobierno autoritario, con importantes reminiscencias feudales, desapareció para siempre en beneficio de una democratización política y social.
General MacArthur y el emperador Hirohito en su primer encuentro. Septiembre de 1945
Entre las potencias vencedoras, Reino Unido hubo de asumir que su papel de potencia colonial había desaparecido (pronto se iniciaría el proceso descolonizador). En adelante sus intereses quedarían subordinados a los de Estados Unidos. Francia, que había jugado un papel secundario durante la guerra, tras ser derrotada por los alemanes, recuperó parte de su protagonismo como potencia.
Dos estados salieron reforzadas del conflicto y se disputarían la hegemonía mundial en años venideros: Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética. El primero, sostén fundamental de los aliados en la lucha contra las potencias del Eje, quedó durante un tiempo en situación ventajosa, fundamentando su posición en su enorme potencial económico y militar. Detentó el monopolio del poder nuclear, hasta que la URSS construyó su primera bomba, en 1949.
Los bloques capitalista y comunista en Europa
Los dos representaban modelos económicos, sociales e ideológicos antagónicos: el capitalismo y el comunismo. Desde el fin de la guerra sus intereses serían cada vez más divergentes, algo que se puso de manifiesto peligrosamente durante la “Guerra Fría”.
Las consecuencias ideológico-morales de la guerra