Los
orígenes del fascismo italiano
La
génesis del Estado fascista ha de vincularse
con la crisis que azotó Italia
al final de la I Guerra Mundial. Alineada
en el conflicto con Francia, Gran Bretaña y Rusia
(pese a su inicial pertenencia al bando
opuesto) salió vencedora
del conflicto, pero lo hizo aquejada de serios problemas
económicos, sociales y políticos que dieron
lugar a una fuerte conflictividad y propiciaron
el descrédito del sistema parlamentario
liberal.
Económicamente,
el país concluyó la guerra debilitado,
con un industria dañada, con el
norte -el más desarrollado- muy
afectado por los combates y con una todavía anticuada
estructura rural en el resto. El paro
y la inflación fueron en constante
incremento.
Socialistas italianos en Livorno |
Socialmente,
la crisis económica condujo a una notable
agitación en los sectores
más radicales de la clase obrera, partidarios
de tesis revolucionarias del estilo
de las desarrolladas por los bolcheviques en Rusia. |
Esta situación sembró la inquietud
entre las clases medias y la gran burguesía, quienes
a partir de entonces se sintieron atraídas por la acción
contrarrevolucionaria y violenta
de los fascistas frente a la izquierda.
Políticamente,
el nacionalismo italiano se sintió
herido al interpretar que Italia había
sido maltratada en las negociaciones llevadas
a cabo por los vencedores en la Paz
de París. Este sentimiento fue
hábilmente explotado por Mussolini
quien en todo momento hizo alarde de una política
de exaltación patriótica.
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Durante
el desarrollo de esas negociaciones, y con
la oposición de las potencias, numerosos
excombatientes ultranacionalistas
se agruparon en torno a la figura del "poeta-soldado"
D’Annunzio y ocuparon en
1919 la ciudad yugoslava de Fiume
(hoy Rijeka, en Croacia),
creando en 1920 un pequeño estado
de carácter totalitario que
más tarde se vinculó a Italia
en 1924. |
D'Annunzio en Fiume
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En 1945, una vez derrotado
el fascismo, Fiume volvió a ser reintegrada
a Yugoslavia. |
La toma del poder del fascismo
italiano