Consecuencias
políticas. Alemania
La
República de Weimar (noviembre
de 1918) proclamada tras la derrota de Alemania
y la abdicación del emperador Guillermo II, atravesó
por difíciles momentos durante la década
de los 20. Políticamente sus gobiernos se vieron
sometidos a fuertes presiones, tanto
desde la izquierda comunista como desde la derecha
nazi. Adolf Hitler, líder del
Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (Nazi)
consiguió en las elecciones de 1928 un
escaso resultado de 800.000 votos. Dos años más
tarde, en las elecciones de 1930 alcanzó
6.409.000 de votos (frente a los 4.592.000
de los comunistas). En las elecciones de 1932 superó
esas cifras. En 1933 Hitler fue nombrado primer
ministro bajo la presidencia del general Hindemburg, consiguiendo
con ello el poder de Alemania e instaurando desde la legalidad
que le confirieron las urnas una dictadura totalitaria.
En
las razones del ascenso y conquista del poder por
los nazis hay que hacer hincapié en
dos cuestiones fundamentales: |
La primera,
la situación creada tras la firma del Tratado
de Versalles, considerado por la mayoría
de los alemanes como una humillación que les hacía
víctimas de la rapiña de
los vencedores, especialmente, de Francia. |
Hitler y otros jerarcas nazis en
1937
|
La segunda, la crisis
económica y social abierta en los comienzos de
la década que animó a un gran sector de
pueblo alemán a "echarse en brazos" de
quienes le proponían fórmulas seguras para
salir de ella. |
La
crisis y el desempleo, que afectaba a más de 5 millones de
personas en 1932, sirvieron de caldo
de cultivo para los postulados del nacional-socialismo.
De hecho una gran parte de los adeptos a esta ideología se nutrió de las filas de
desempleados, especialmente jóvenes, excombatientes,
agricultores y pequeños y medianos empresarios
arruinados. |
Consecuencias
políticas para otros estados
|