La palabra Bolsa tiene su origen
en el apellido de una familia noble dedicada
a los negocios (Van Der Buërse)
afincada en Brujas (Flandes)
en el siglo XIII. El término condujo
en diversos idiomas a vocablos parecidos: “Bourse”
en francés, “Buërse”
en alemán o “Borse”
en italiano.
Si bien hay antecedentes históricos
de bolsas en la Antigüedad
(Grecia y Roma), la Bolsa
moderna surgió en Flandes.
La primera en fundarse fue la de Amberes
(1531). Gran importancia
alcanzaron durante la Edad Moderna
la de Amsterdam (la de mayor
relevancia en el siglo XVII), Hamburgo
y París. En la actualidad la de Nueva
York es la que más prestigio e influencia
ostenta en el mundo.
La Bolsa es un organismo de carácter
privado (aunque supervisado
por el Estado) existente en la mayoría
de los países capitalistas. Está
ausente en los estados comunistas, por cuanto
en ellos no existe la propiedad privada.
Su función es servir
de intermediaria entre los organismos públicos
o privados necesitados de capital y los que
lo ofertan (ahorradores o inversionistas).
La actividad es llevada a cabo por los denominados
corredores, agentes de bolsa o “brokers”.
En la Bolsa se realizan básicamente
operaciones financieras de compra-venta
de acciones
(porción de capital de
una empresa) y obligaciones
(título representativo
de una suma prestada a alguna entidad pública
o privada, a cambio de un interés).
Los títulos alcanzan una determinada
cotización en función
de la oferta y la demanda que
exista sobre ellas. Cuando hay muchos vendedores
que optan por desprenderse de sus títulos,
el valor de éstos desciende, en tanto
que si la demanda es fuerte, su cotización
se eleva.
La Bolsa no es por tanto, sino un mercado
donde los artículos (títulos-valor)
están regulados por leyes similares a
las de los restantes bienes (ya
se trate de verduras, viviendas o automóviles).
Como cualquier otro mercado puede atravesar
períodos de alza o bonanza, pero también
de crisis, como aconteció con la de Nueva
York en octubre de 1929, que conmovió
los cimientos del mundo capitalista en la década
de los Treinta.
Las bolsas juegan un importante papel en la
capitalización de las
empresas e incentivan el ahorro
y la inversión a largo
plazo. Durante la Segunda Revolución
Industrial en el siglo XIX, acrecentaron
su importancia económica (junto
a bancos y sociedades anónimas),
como instrumentos decisivos en la financiación
del proceso de industrialización.