Tras un largo período conocido por los historiadores como "Época oscura", iniciada con la invasión de los dorios, pueblo procedente del norte que destruye la civilización aquea, se inaugura, a partir del año 800 a. C., la Época Arcaica. En el transcurso de la misma nacen las polis, ciudades-estado independientes gobernadas por una minoría de personas de sangre noble, los denominados "aristoi" ("los mejores"), a la cabeza de los cuales existía un rey.
Esta forma de gobernar recibe el nombre de "oligarquía", es decir, el "gobierno de unos pocos". Los aristoi eran propietarios de la mayor parte de la tierra cultivable, que era trabajada por esclavos, en tanto que el número de los campesinos libres era reducido. La importancia de la artesanía y el comercio era escasa.
Las colonizaciones
Durante la Época Arcaica
(siglos VIII y VI) tuvo lugar un hecho decisivo para la historia de Grecia: la
colonización del mar Mediterráneo. La causa de este fenómeno hay que atribuirla a la
crisis económica en la que se encontraron inmersos los griegos: la población no cesaba de crecer y las tierras dejaron de ser suficientes para alimentarla. Muchos griegos se vieron obligados a
emigrar y fundar sus propias ciudades o
colonias. Éstas eran independientes respecto a sus antiguas
polis madre, aunque siempre mantuvieron estrechos lazos económicos, culturales y políticos con ellas.
Escena marina de un fragmento de cerámica |
La expansión se distribuyó por dos ámbitos geográficos:
Por el oeste: mar Jónico, sur de Italia, sur de Francia y norte de África (en la actual Libia).
Por el este: alrededor del mar Negro y la costa oriental del Mediterráneo (en la actual Turquía).
La colonización expandió la cultura griega más allá de sus fronteras originales, poniéndola en contacto con otros pueblos, como los egipcios, fenicios y etruscos.