LA AMÉRICA PORTUGUESA. BRASIL
El descubrimiento y posterior poblamiento por parte de los portugueses de las Islas Madeiras e Islas Azores en 1425 y 1427 serviría a los lusos como bisagra, junto a sus posesiones en África occidental, hacia América. Tras la llegada de las primeras expediciones españolas a América, Portugal, dentro del marco del Tratado de Tordesillas, se sumó a la carrera. Es así, como el rey Manuel I financia una serie de expediciones, una de ellas, la de Pedro Alvares Cabral.
Desembarco de Pedro Álvares Cabral en Porto Seguro, Brasil. 1500. |
La expedición de Cabral arriba a costas brasileras por primera vez, en torno al 1500. Una vez tomados los territorios en nombre de Portugal, Cabral partió hacia la India, dando lugar su descubrimiento a nuevos viajes que se irían abriendo paso a lo largo del Brasil. De esta manera, comienzan las primeras expediciones destinadas a abrirse paso a través del recién adquirido territorio y las primeras tomas de contacto entre los nativos y los portugueses.
Mapa del Brasil. 1519. |
En torno a mediados del siglo XVI, los portugueses ya habían alcanzado las líneas estipuladas en el Tratado de Tordesillas, y dividido y repartido el territorio en capitanías generales. Pero todavía Brasil no tenía la importancia que cobraría posteriormente. Los costos de las expediciones eran muy altos, debido a lo enorme y complicado que resultaba el terreno, y los constantes ataques de los nativos en el interior y los franceses en las costas ponían en grave peligro la hegemonía portuguesa en la zona.
Pero ya entrado el siglo XVII, la situación cambió. Con la consolidación administrativa y territorial de los portugueses en la zona, Brasil entró en un período de expansión. Aumentó el número de ingenios azucareros a la par que la extracción maderera, lo cual conllevó a un aumento del comercio. Pero con el crecimiento del comercio, en un marco de fuertes restricciones aduaneras, floreció el contrabando. Hasta ese entonces, el palo brasil, del cual se extraía un tinte rojizo empleado en artículos textiles, fue el principal recurso natural de cuyo comercio se lucraban los portugueses, pero con la introducción de mano de obra esclava, traída de África, la extracción de palo brasil fue ampliamente superada por el azúcar procedente de los ingenios del noroeste de Brasil.
Esclavos africanos trabajando en un obraje.
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En cuanto al trato que los portugueses dispensaban a los nativos, era más riguroso, si cabe, al que sufrían por parte de los españoles. Eran frecuentes los
ataques a las misiones jesuitas en la frontera, donde capturaban a los nativos allí confinados para usarlos posteriormente como mano de obra
esclava.
Ruinas de São Miguel das Missões, reducción jesuítica ubicada al sur de Brasil. |
Pero en el caso de las relaciones entre portugueses y los aborígenes, existió una
diferencia fundamental con respecto a la que éstos tuvieron con los españoles, y es que mientras los españoles se encontraron con grandes imperios como el inca o el azteca, los portugueses encontraron grupos pequeños y en la mayoría de los casos aislados, que resistieron al invasor con mayor tenacidad que la que presentaron incas y aztecas, ya que al tratarse estas últimas de civilizaciones sedentarias y más organizadas, les resultó prácticamente imposible resistirse militarmente a los europeos una vez disueltos sus respectivos imperios, mientras que a los pueblos nómades y menos estructurados como los del interior del Brasil les resultó mucho más fácil y efectivo utilizar tácticas al estilo guerra de
guerrillas, lo cual les permitió resistir durante mucho más tiempo.
Marqués de Pombal, impulsor de las reformas ilustradas en Portugal. |
Al igual que en la América española, Brasil, durante el siglo XVIII, experimentó una serie de reformas, bajo el reinado de José I y alentadas éstas por el marqués de Pombal. Estas reformas fueron muy similares a las aplicadas por los Borbones, y consistieron principalmente en la liberalización del comercio, la centralización gubernamental con el traslado de la capital a Rio de Janeiro, se les concedió libertad a los nativos que habían sido esclavizados y se expulsó a los jesuitas.
A comienzos del siglo XIX, con las Guerras Napoleónicas, Portugal trasladó su capital provisionalmente a Rio de Janeiro, ya que Lisboa había sido ocupada por los franceses en 1807. Este hecho, junto con la posterior elevación al estatus de reino, constituiría uno de los principales detonantes de la futura independencia de Brasil, en 1822.
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