Crearon una forma de escritura denominada "jeroglífica", cuyos símbolos representaban palabras y
consonantes. Esta escritura aparece con frecuencia en las paredes de tumbas y templos, así como en esculturas y hojas de papiro. En algunos casos se le atribuía poderes mágicos.
Los expertos en este tipo de escritura fueron los escribas, algunos de los cuales eran funcionarios del Estado.
Gracias a la piedra de Rosetta, un trozo de piedra de granito negro escrita, se pudieron descifrar los jeroglíficos. Lo logró el francés Champollion en 1822, gracias a que en dicha piedra aparecían tres tipos de escritura, la jeroglífica, la demótica y la griega que hacían referenciaa un mismo texto. Como el griego era conocido, se pudo averiguar el contenido de los restantes.