Hilar supone transformar una fibra textil (lino, cáñamo, lana, seda, algodón, etc) en un hilo continuo y cohesionado.
Tejer es entrelazar hilos para formar cualquier tipo de tejido.
Durante el siglo XVIII, en Inglaterra, la industria textil sirvió de motor al proceso de industrialización, estimulando otras áreas como la minería y el transporte.
El sector del hilado
y el tejido no siempre fueron parejos.
De hecho, las innovaciones en alguno de ellos, no tenían
normalmente correspondencia inmediata en el otro y, hasta
transcurrido un cierto tiempo, no se resolvía
el equilibrio entre ambos.
La demanda de hilo de algodón a partir de mediados de siglo impulsó la búsqueda
de nuevos ingenios. Fue el caso de la spinning jenny de J. Hargreaves (1764), la water-frame de R. Arkwright (1769), y la mule jenny desarrollada
por Samuel Crompton en 1779. La abundancia de hilo condujo
a la necesidad de tejer más rápidamente,
lo que animó a E. Cartwright a la creación
de un telar mecánico en 1874 cuyo funcionamiento
se realizaba mediante vapor.