Teoría atribuida la James Monroe,
quinto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica
(1823) que plasmaba la política
exterior de su país respecto al
continente americano. Con ella trataba prevenir
las injerencias de los estados europeos en dicho
espacio en un momento en que el imperialismo
comenzaba a desarrollarse. Advertía sobre
las consecuencias que podría conllevar la agresión española
a los territorios recién emancipados.
La frase “América para los
americanos” viene a resumir dicha
política, desarrollada
de manera sistemática a partir de la década
de los 40 del siglo XIX.
A partir de la idea original, la doctrina Monroe
sirvió a los Estados Unidos
para realizar lo que precisamente trataba de sustraer
a otras potencias. Justificó
la anexión de Texas a costa de México
en 1845 y -ya en el siglo XX- fue empleada para argumentar
numerosas intervenciones, entre otras, las de Cuba, Chile (1973), El Salvador, Nicaragua
y Panamá.
La doctrina Monroe suscitó desde sus
orígenes la oposición
del resto de los estados americanos, al ser considerada
un mero subterfugio de la gran potencia norteña
para injerir en sus asuntos internos.