León Tolstoi /1828-1910)
"Querido hermano:
Este calificativo me parece el más conveniente
porque, en esta carta, me dirijo menos al emperador y
al hombre, que al hermano. Y, además, os escribo
casi desde el otro mundo, encontrándome en espera
de una muerte muy próxima. (...)
Una tercera parte de Rusia está sometida a una
continua vigilancia policiaca; el ejército de policías
conocidos y secretos aumenta sin cesar; las prisiones,
los lugares de deportación y los calabozos están
repletos; aparte de doscientos mil criminales de derecho
común, hay un número considerable de condenados
políticos entre los cuales existen ahora multitud
de obreros. La censura con sus medidas represivas ha llegado
hasta un grado tal que no alcanzó en los peores
momentos de los años que siguieron al de 1840.
Las persecuciones religiosas no fueron nunca tan frecuentes
ni tan crueles como lo son ahora, y cada vez van siendo
más frecuentes y más crueles.
En las ciudades y en los centros industriales se han concentrado
las tropas, que armadas de fusiles se han enviado contra
el pueblo. En algunos puntos ya se han producido choques
y matanzas y en otros puntos se preparan, y su crueldad
aun será mayor.
El resultado de toda esta actividad cruel del gobierno,
es que el pueblo agricultor, los cien millones de hombres
sobre los cuales está fundada la potencia de Rusia,
a pesar de los gastos del Estado que crecen considerablemente,
o mejor dicho gracias a este crecimiento del presupuesto,
se empobrecen de año en año, de manera que
el hambre ha llegado a ser el estado normal, como igualmente
el descontento de todas las clases y su hostilidad para
el gobierno.
La autocracia es una forma de gobierno que ha muerto.
Tal vez responda aún a las necesidades de algunos
pueblos del Africa central, alejados del resto del mundo,
pero no responde a las necesidades del pueblo ruso cada
día más culto, gracias a la instrucción
que va siendo cada vez más general. Así
es que para sostener esta forma de gobierno y la ortodoxia
ligada a él, es preciso, como ahora se hace, emplear
todos los medios de violencia, la vigilancia policíaca
más activa y severa que antes, los suplicios, las
persecuciones religiosas, la prohibición de libros
y de periódicos, la deformación de la educación,
y en general de toda clase de actos de perversión
y crueldad. Tales han sido hasta aquí los actos
de vuestro reinado (...)"
León Tolstoi. Carta al
Zar Nicolás II. 16 de enero de 1902.
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