Pope Gapón
"¡Señor!
Nosotros, trabajadores de San Petersburgo, nuestras mujeres,
nuestros hijos y nuesstros padres, viejos sin recursos,
venimos, ¡oh Zar!, para solicitarte justicia y protección.
Reducidos a la mendicidad, oprimidos, aplastados bajo
el peso de un trabajo extenuador, abrumados de ultrajes,
no somos considerados como seres humanos, sino tratados
como esclavos que deben sufrir en silencio su triste condición,
que pacientemente hemos soportado. He aquí que
ahora se nos precipita al abismo de la arbitrariedad y
la ignorancia. Se nos asfixia bajo el peso del despotismo
y de un tratamiento contrario a toda ley humana.
Nuestras fuerzas se agotan, ¡oh,
Zar! Vale más la muerte que la prolongación
de nuestros intolerables sufrimientos. Por eso hemos abandonado
el trabajo y no lo reanudaremos hasta que no se hayan
aceptado nuestras justas demandas, que se reducen a bien
poco, pero que, sin ello, nuestra vi da no es sino un
infierno de eterna tortura.
En nuestro primer requerimiento solicitábamos
a nuestros patronos que tuvieran a bien interiorizarse
de nuestras necesidades. ¡Y lo han rechazado! Hasta
el derecho de discutirlas nos ha sido negado, so pretexto
de que la ley no nos lo reconoce.
La demanda de ocho horas de jornada también
fue tachada de ilegal, así como la fijación
de salarios de común acuerdo; (...)
Todas estas reivindicaciones han sido
rechazadas por ilegales. El solo hecho de haberlas formulado
ha sido interpretado como un crimen. El deseo de mejorar
nuestra situación es considerado por nuestros patronos
como una insolencia.
¡Oh, Emperador! Somos más
de 300.000 seres humanos, pero sólo lo somos en
apariencia, puesto que en realidad no tenemos ningún
derecho humano. Nos está vedado hablar, pensar,
reunirnos para discutir nuestras necesidades y tomar medidas
para mejorar nuestra situación. Cualquiera de nosotros
que se manifieste en favor de la clase obrera puede ser
enviado a la prisión o al exilio. Tener buenos
sentimientos es considerado un crimen, lo mismo que fraternizar
con un desgraciado, un abandonado, un caído. (...)
Tú has sido enviado para conducir
al pueblo a la felicidad. Pero la tranquilidad nos es
arrancada por Tus funcionarios, que no nos reservan más
que dolor y humillación.
Examina con atención y sin cólera
nuestras demandas, formuladas no para el mal sino para
el bien, nuestro bien, Señor, y para el Tuyo. (...)
Rusia es muy vasta y sus necesidades
demasiado múltiples para que pueda ser dirigida
por un gobierno compuesto únicamente de burócratas.
Es absolutamente necesario que el pueblo participe en
él, pues sólo él conoce sus necesidades.
No le rehuses el socorro a Tu pueblo. Concede sin demora
a los representantes de todas las clases del país
la orden de reunirse en Asamblea. Que los capitalistas
y los obreros estén representados. Que los funcionarios,
los clérigos, los médicos y los profesores
elijan también sus delegados. Que todos sean libres
de elegir a quienes les plazca. Permite para ello que
se proceda a la elección de una Asamblea Constituyente
bajo el régimen del sufragio universal. (...)"
Demandas de los obreros al
zar / Domingo sangriento. 10 de enero de 1905
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