Federico Engels
“La miseria es tan grande en
Dublín, que un solo instituto de beneficencia,
la Mendicity Association recoge cada día a 2.500
personas, esto es, el 1 % de la población, a
las cuales atiende únicamente de día,
suministrándoles el alimento. Las mismas cosas
nos cuenta el Dr. Alison en lo referente a Edimburgo,
ciudad cuya magnífica ubicación le ha
valido el nombre de Atenas, y cuyo barrio aristocrático,
en la parte nueva de la ciudad, contrasta de modo estridente
con la enorme miseria del barrio pobre, en la ciudad
vieja. Alison sostiene que esta parte de la ciudad es
sucia y tan fea como los peores barrios de Dublín
y que la Mendicity Association tendria que socorrer
en Edimburgo a un número de gente necesitada,
proporcionalmente igual al de la capital irlandesa;
agrega que los pobres, en Escocia, y particularmente
en Edimburgo y Glasgow, están en peores condiciones
que los de cualquier otra parte del imperio británico,
y que los más miserables no son los irlandeses,
sino los escoceses. El Dr. Lee, pastor de la vieja iglesia
de Edimburgo, declaró, en el año 1836,
ante la Commission of Reliqions Instruction: ”Que
no había visto nunca, antes, una miseria como
la de su parroquia. La gente no tiene muebles, les falta
todo, a menudo habitan dos parejas de esposos en la
misma habitación. Un día visitó
siete casas en las que no encontró ninguna cama,
en algunas ni siquiera paja; personas de ochenta años
dormían sobre un armazón de madera. Casi
todas permanecían vestidas durante la noche.
En un sótano había encontrado dos familias
de campesinos escoceses: dos de los hijos habían
muerto poco después de haber llegado a la ciudad,
el tercero estaba moribundo en el momento en que los
visitó; para cada familia había sobre
el pavimento un montoncito de paja sucia; además,
el sótano -donde no era posible reconocer a una
persona en pleno día- también daba alberque
a un asno. El ver tanta miseria en un país como
Escocia, haría sangrar a un corazón de
piedra”. Datos semejantes aporta el Dr. Hennen.
en el Edimburgh Medical and Surgical Journal, Por un
informe parlamentario sabemos qué inmundicia
reina en las casas de los pobres, en Edimburgo; cosa
naturalísima, por lo demás, en tales circunstancias.
Sobre los barrotes de las camas, las gallináceas
encuentran su refugio por la noche; perros y hasta caballos
duermen con los hombres en las mismas piezas, y una
consecuencia natural es la presencia, en estas habitaciones,
de ejércitos de animales parásitos y de
una horrible suciedad y hedor. La forma en que está
construida Edimburgo favorece todo lo posible este horrible
estado de cosas. La ciudad vieja está edificada
sobre los dos lados de una colina, sobre cuya loma corre
la calle alta (High street). De ésta se desparraman
a ambos lados, bajando de la colina, cantidad de sendas
estrechas y curvas, llamadas, por lo tortuosas, wynds,
y ellas forman el barrio proletario.
Las casas de las ciudades escocesas tienen, generalmente,
cinco o seis pisos
-como en París y contrariamente a las ciudades
inglesas, donde, en lo posible, cada uno tiene su casa
aparte- y cada una está habitada por un gran
número de familias; la aglomeración de
muchos individuos en una pequeña superficie es,
por esta causa, mayor. ‘Estas calles -dice un
diario inglés en un artículo sobre las
condiciones sanitarias de los trabajadores en las ciudades-
son tan estrechas, que desde la ventana de una casa
se puede entrar en la casa de enfrente, y las casas
son altas como torres, de modo que la luz apenas puede
penetrar en los patios y las calles. En estos lugares
de la ciudad no existen cloacas, ni hay en las casas
cañerías o retretes, y, por lo tanto,
cada noche, todas las inmundicias, los residuos y excrementos,
de por lo menos 50.000 personas, son arrojados a los
albañales, de modo que, a pesar del barrido de
las calles, se produce una capa de suciedad estancada
y un olor nauseabundo. Y con esto, no solamente se ofende
la vista y el olfato, sino que además está
dañada, en alto grado, la salud de los habitantes.
¿No es de maravillarse que en tales condiciones
estén completamente postergadas todas las normas
de salud, la moral y aún de la más elemental
conveniencia? Por el contrario, todos los que conocen
de cerca las condiciones de los habitantes, pueden testimoniar
el alto grado alcanzado por la miseria, las enfermedades
y la inmoralidad. La sociedad ha caído, en estos
lugares, en un estado de miseria indescriptible, Las
habitaciones de las clases más pobres son, en
general, muy sucias, y evidentemente no han sido nunca
limpiadas; constan, en la mayoría de los casos,
de una sola pieza, que por la pésima ventilación
y a causa de las ventanas rotas e inadecuadas, es fría,
muchas veces húmeda y se encuentra en parte bajo
tierra, siempre mal amueblada y, por lo tanto, inhabitable.
A menudo, un montón de paja sirve de lecho a
una familia entera; sobre él yacen hombre y mujeres,
viejos y jóvenes, en una promiscuidad repugnante.
El agua se obtiene sólo de pozos públicos,
y la fatiga requerida para bombearla justifica, naturalmente,
todas las suciedades posibles.
En otras grandes ciudades marítimas no se ve
nada mejor. Liverpool, con todo su comercio, su esplendor
y su riqueza trata a sus obreros con la misma barbarie.
Una quinta parte de la población, es decir, 45.000
hombres, habitan en estrechos sótanos oscuros,
húmedos y mal ventilados; de éstos existen
en la ciudad 7.862. Además, hay 2.275 patios
(courts), es decir, pequeñas plazas con construcciones
a los cuatros lados y con un solo pasaje, en general
cubierto, y, por lo tanto, sin ventilación. En
Bristol fueron visitadas, en una ocasión, 2.800
familias obreras, y de ellas, el 46 % por ciento tenían
una sola habitación.
Las mismas condiciones encontramos en las ciudades industriales.
Nottingham tiene. en total, 11.000 casas, de las cuales,
de siete mil a ocho mil están construidas con
el muro posterior en común, de manera que es
imposible cualquier clase de ventilación; además,
existe una sola letrina en común para muchas
casas. En una inspección recientemente hecha
se comprobó que muchas filas de casas están
construidas sobre húmedos albañales, cubiertos
sólo con una capa de pavimento. En Leicester,
Derby y Sheffield no se ve otra cosa. Sobre Birmingham
informa el articulo citado del Artizan: “En las
partes viejas de la ciudad existen muchas localidades
sucias y descuidadas, llenas de montones de residuos
y cenagales. Los patios, muy numerosos, en Birmingham
suman más de 2.000 y albergan a la mayor parte
de la clase obrera; son, en su mayoría, estrechos
y fangosos, mal ventilados y con malos desagües;
encierran de ocho a veinte casas, la mayor parte de
las cuales reciben el aire de una sola parte, porque
tienen el muro posterior en común con otra casa,
y en el fondo del patio existe un depósito de
desperdicios, o algo semejante, cuyo aspecto es indescriptible.
Debemos señalar que las nuevas construcciones
están dispuestas más racionalmente y mantenidas
con mayor decencia; y también que en los patios,
los cottages están menos apretados que en Manchester
y Liverpool. Por esto, en períodos en que dominaban
enfermedades epidémicas, Birmingham tuvo un número
mucho menor de muertos que Wolvehampton, Dudley y Bilston
que están sólo a algunas millas de aquélla.
En Birmingham, los sótanos que sirven para habitaciones
son desconocidos, aunque algunos locales para sótano
sean impropiamente utilizados como ateliers. Las casas
de albergue para obreros son bastante numerosas (más
de 400), sobre todo en los patios del centro de la ciudad;
son casi todas repugnantemente sucias y húmedas,
y sirven de refugio a pordioseros, vagabundos (trampers),
ladrones y prostitutas, que alli comen, beben, fuman
y duermen, sin ninguna consideración a las conveniencias
o al confort, en una atmósfera soportable sólo
para esa gente degradada".
F. Engels. La situación de la clase
obrera en Inglaterra, 1845.