Telares mecánicos
Recuerdos de un hilador.
"El algodón entonces era
siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala,
a las mujeres de los hiladores, que lo escaldaban, lo
repulían y dejaban a punto para la hilatura, y
podían ganar ocho, diez o doce chelines a la semana,
aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad
nadie está empleado así, porque el algodón
es abierto por una máquina accionada a vapor, llamada
el “diablo”; por lo que las mujeres de los
hiladores están desocupadas, a menos que vayan
a la fábrica durante todo el día por pocos
chelines, cuatro o cinco a la semana, a la par que los
muchachos. En otro tiempo, si un hombre no conseguía
ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía
hacerse aceptar en otra parte. Pero pocos años
han cambiado el aspecto de las cosas. Han entrado en uso
las máquinas de vapor y para adquirirlas y para
construir edificios para contenerlas junto con seiscientos
o setecientos brazos, se requieren grandes sumas de capitales.
La fuerza-vapor produce un artículo más
comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño
maestro artesano era capaz de producir al mismo precio:
la consecuencia fue la ruina de éste último,
y el capitalista venido de la nada se gozó con
su caída, porque era el único obstáculo
existente entre él y el control absoluto de la
mano de obra (...)."
Citado por Valerio Castronovo.
La revolución industrial.
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