“La máquina de vapor permanecerá
siempre asociada al nombre de James Watt. Fue una mejora
decisiva; redujo el consumo de combustible de la máquina
y permitió que se pudiera utilizar en casi cualquier
parte (…). El rendimiento del combustible pasó
de menos de un 1 % en la máquina de Newcomen
a un 4,5% aproximadamente en la de Watt (…). La
obra de Watt combinaba el genio inventivo con el afán
de bajar los costes. El mismo Watt decia (...) que “su
mente perseguía la construcción de máquinas
que fueran tan baratas como buenas” (...). En
la historia de la tecnología, Watt es comparable
a Pasteur en la biología, a Newton en la física
o a Beethoven en la música.”
J. Mokyr. La palanca de la riqueza. 1993.