“Hoy, todas nuestras operaciones
se inspiran en estos dos principios: ningún hombre
debe tener que hacer más de una cosa; siempre
que sea posible, ningún hombre debe tener que
pararse (...). El resultado neto de la aplicación
de estos principios es reducir en el obrero la necesidad
de pensar y reducir sus movimientos al mínimo
(...). El hombre no debe tener un segundo menos de lo
que necesita, ni un segundo más (...). El hombre
que coloca una pieza no la fija: la pieza no puede estar
completamente fijada hasta que no intervengan más
obreros. El hombre que coloca un perno no coloca la
tuerca. El hombre que coloca la tuerca no la atornilla”.
H. Ford, Mi vida y mi obra, 1925.