M. Boulton
“Dos son los motivos que me han
impulsado a ofreceros mi apoyo: mi afecto hacia Usted
y el que tengo hacia un proyecto tan rentable y genial.
He pensado que vuestra máquina, para producir
del modo más ventajoso posible, requeriría
dinero, una adecuada realización y una amplia
publicidad, y que el mejor modo de que Vuestro invento
sea tenido en la debida consideración y para
que se haga justicia, sería el de sustraer la
parte ejecutiva del proyecto de las manos de esta multitud
de ingenieros empíricos que, por ignorancia,
falta de experiencia y de los necesarios incentivos,
serian responsables de un trabajo malo y descuidado:
y todos ellos son fallos que afectarían a la
reputación del invento. Para obviarlo y obtener
el máximo beneficio, mi idea es la de instalar
una manufactura cerca de la mía, a orillas de
nuestro canal, en donde podría poner todo lo
necesario para la realización de las máquinas.
Con esta fábrica podremos suministrar a todo
el mundo máquinas de cualquier tamaño.
Con estos medios y con Vuestra asistencia podremos contratar
y enseñar a algún buen obrero (dándole
instrumentos mucho mejores que los que cualquier otro,
para producir una sola máquina, le entregaría)
y podremos poner a punto Vuestro invento con un coste
inferior en un veinte por ciento al de cualquier otro
sistema y con una diferencia en cuanto a la precisión
similar a la que existe entre el producto de un herrero
y el de un constructor de instrumentos matemáticos.
Y así las cosas, no tendría sentido producir
sólo para tres condados, sino que sería
mucho más conveniente producir para todo el mundo.”
Carta de Boulton a Watt. El futuro de la máquina
de vapor. 7 de febrero de 1769.