“Por su población y su posición geográfica,
el Japón constituye una excepción en la
historia del desarrollo económico del siglo XIX,
una serie de características diferencian a este
país del resto del Tercer Mundo. En primer lugar
hay que recordar que el Japón de mediados del siglo
XIX no formaba parte en absoluto de las sociedades llamadas
primitivas cuyo débil nivel técnico anulaba
las esperanzas de una transmisión rápida
y espontánea de los progresos. La sociedad japonesa
formaba parte de ese conjunto de centros evolucionados
conscientes de la existencia de una diferencia significativa
entre ellos y las sociedades europeas tradicionales del
siglo XVIII. Bajo este aspecto nada se oponía a
una transmisión de la nueva tecnología al
Japón.”
P. Bairoch. La agricultura y la revolución
industrial, 1700-1914.