“Las revoluciones del 48 cuentan con un componente
social nuevo y de gran importancia para el desarrollo
de futuros acontecimientos en Europa: se trata del proletariado,
que asciende con fuerza y con conciencia de clase; y considera
necesaria su intervención en el Estado para poder
llevar a cabo reformas de tipo social, como la limitación
del horario de trabajo, el salario mínimo, etc.
Así pues, los conflictos sociales se presentan
en 1848 como una lucha de clases triangular, con dos burguesías
(la grande y la pequeña) y la masa popular. Contra
la gran burguesía se hará la revolución
de febrero, aunque después las dos burguesías
volverán a soldarse ante el peligro social y aislarán
a su vez al proletariado.”
Droz: Restauración y revolución
en Europa, Madrid, Siglo XXI, 1984.
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