Lin Ze-xu
“Pero existe una
categoría de extranjeros malhechores que fabrican
opio y lo traen a nuestro país para venderlo,
incitando a los necios a destruirse a sí mismos,
simplemente con el fin de sacar provecho. Anteriormente,
el número de fumadores de opio era reducido;
pero ahora el vicio se ha extendido por todas partes
y el veneno va penetrando cada vez más profundamente
(...) Por este motivo, hemos decidido castigar con penas
muy severas a los mercaderes y a los fumadores de opio,
con el fin de poner término definitivamente a
la propagación de este vicio. Parece ser que
esta mercancía envenenada es fabricada por algunas
personas diabólicas en lugares sometidos a vuestra
ley (...) He oído decir que en vuestro país
está prohibido fumar opio. Ello significa que
no ignoráis hasta qué punto resulta nocivo.
Pero en lugar de prohibir el consumo del opio, valdría
más que prohibieseis su venta o, mejor aún,
su producción (...)
Todo opio que se descubre en China se echa en aceite
hirviendo y se destruye. En lo sucesivo, todo barco
extranjero que llegue con opio a bordo será incendiado
(...) Entonces, no solo no obtendréis ningún
beneficio de nosotros, sino que os arruinaréis
en el negocio. (...) No digáis luego que no se
os avisó a tiempo.”
Lin Ze-xu. Carta
a la reina Victoria. 1839.