“ Cuando supimos
que un hombre de carne blanca venía por el Luaba
nos quedamos atónitos. Permanecimos quietos. Durante
toda la noche, el tam tam nos estuvo anunciando la noticia.
Daremos una fiesta -ordené-; recibiremos solemnemente
a nuestros hermanos y les acompañaremos al pueblo.
Todos nosotros nos adornamos y reunimos las piraguas grandes.
Nos pusimos en marcha; mi piragua a la cabeza, para darle
la bienvenida. Pero al acercanos a su embarcación
se oyó: !paff!, !paff!, y los palos de hierro escupieron
fuego contra nosotros. Nos quedamos rígidos de
espanto. No llegaba un hermano, sino el peor enemigo de
los que ha contemplado nuestro país,”
P. Hermann. “Audacia y
heroísmo de los descubrimientos modernos".
Relato del cacique Mojimba a un misionero.
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