"Cuando llegaron al poder dictadores como Primo de
Rivera, Pilsudski, Rydz Smigly, Metaxas, Calinescu, Antonescu,
Stojadinovic y Salazar, mostraron temor a la movilización
de masas, pues su toma del poder era, en cierto modo,
una acción defensiva contra la politización
incontrolada. Mas todos ellos se dieron cuenta muy pronto
de que las bayonetas y los decretos no bastaban como instrumentos
exclusivos de gobierno en países que habían
pasado por la experiencia, breve pero a veces intensa,
de un proceso de politización, aunque lo hicieron
como un medio de moldear y manipular la opinión
pública. Sus instrumentos fueron partidos políticos
[...] A diferencia del fascismo y el nazismo, esos partidos
no se utilizaron para la toma del poder, sino que se concibiieron
como medios de conservarlo. […] Eran... dictadores
fundamentalmente conservadores que desconfiaban de la
extrema derecha radical tanto como de la democracia de
masas, pero que no podían o no deseaban apoyarse
en dictaduras pura y simplemente militares.”
Shlomo Ben Ami. Las dictaduras de los años
veinte. En Europa en crisis, 1919-1939.
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