"Ante todo, el fascismo, en lo que concierne
en general al futuro y al desarrollo de la humanidad,
y dejando aparte toda consideración de política
actual, no cree en la posibilidad ni en la utilidad de
la paz perpetua. Por esa razón rechaza el pacifismo,
el cual en el fondo esconde una renuncia a la lucha y
una cobardía ante el sacrificio. Unicamente la
guerra lleva a su punto máximo de tensión
todas las energías humanas e imprime un sello de
nobleza a los pueblos que poseen la valentía de
enfrentarse a ella. Las restantes experiencias son sólo
sucedáneos que no colocan nunca al hombre frente
a él mismo, ante la alternativa de la vida o la
muerte. Es por ello que una doctrina que parta del postulado
previo de la paz es ajena al fascismo. Así como
son ajenos al fascismo, aunque se hayan aceptado por lo
que puedan tener de útiles en ciertas situaciones
políticas, todas las construcciones internacionales
y societarias, las cuales, como bien ha demostrado la
historia, pueden disgregarse en el viento en cuanto que
ciertos elementos sentimentales, ideales o prácticos,
agitan el corazón de los pueblos."
B. Mussolini. Discurso. 1932.
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