“Nosotros, los jóvenes (de entonces) no nos
habíamos adherido al fascismo. Nacidos dentro de
él, esto nos había eximido de la elección.
En todas nuestras casas había ancianos que añoraban
y exaltaban la Italia liberal de los «notables»,
su rigor administrativo, sus correctas finanzas, la lira
y su agio (lucro) sobre el oro, etc. Pero eran viejos,
viejo era su lenguaje (...). Para nosotros, la liberaldemocracia
era la impotencia, el desorden, las divisiones sectarias
y, por último, la deserción y la rendición.
Tal vez este sumario juicio de condena no era del todo
desinteresado. Nos permitía abandonamos con la
conciencia tranquila al fascismo, que, en el fondo, era
la solución más cómoda. El fascismo
era, por el momento, el gregarismo querido a todos los
jóvenes, el uniforme militar, las reuniones y asambleas,
el coro, el deporte, las excursiones al mar y a la montaña;
y para el mañana inmediato, una carrera segura
ampliamente favorecida. El entusiasmo es fácil
si, además, procura beneficios.”
Indro Montanelli y M. Cervi. La Italia victoria.
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