“En plena noche, cuando la gente honrada
está en su casa, durmiendo, los camiones de los
fascistas llegan a las pequeñas aldeas situadas
en medio del campo, o a los caseríos de algunos
centenares de habitantes. Llegan en compañía
de los dirigentes de la Agraria local (organización
patronal), naturalmente, siempre conducidos por ellos,
pues de lo contrario sería imposible, en plena
oscuridad. reconocer la casa del jefe de la Liga (el sindicato
agrario local) o la pequeña oficina de colocación.
Llegan hasta una de las casas y se oye la orden: «Rodead
la casa». Son de veinte a cien hombres armados con
fusiles y revólveres. Llaman al jefe de la Liga
y le ordenan que baje. Si este no obedece se le dice:
«Si no bajas, quemaremos la casa, con tu mujer y
tus hijos». Entonces el jefe de la Liga baja. Se
abre la puerta, lo cogen, lo atan, lo suben al camión,
donde le someten a las torturas más inverosímiles,
simulando que lo van a ahogar o a matar, y después
lo abandonan en pleno campo atado a un árbol, desnudo.
Si, por el contrario, este es un hombre con agallas, que
no abre la puerta y utiliza algún arma para defenderse,
entonces el resultado es el asesinato inmediato del ciento
por uno.”
Matteotti. Discurso de marzo de 1921.
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