"El fin supremo del Estado racista debe
ser el asegurar la conservación de los representantes
de la raza primitiva, creadora de la civilización
que hace la belleza y el valor de una humanidad superior.
El Estado racista habrá cumplido su papel supremo
de formador y educador cuando haya grabado en el corazón
de lo juventud que le ha sido confiada el espíritu
y el sentimiento de la raza. Es preciso que ni un solo
muchacho o muchacha pueda dejar la escuela sin estar
plenamente instruido de la pureza de la sangre y de
la necesidad absoluta de mantenerla pura (...)
El Reich alemán, como Estado, tiene que abarcar
a todos los alemanes e imponerse la misión, no
sólo de cohesionar y de conservar las reservas
más preciadas de los elementos raciales originarios
de este pueblo, sino también lo de conducirlos,
lenta y firmemente, a una posición predominante
(...)
La existencia de tipos humanos inferiores ha sido siempre
una condición previa esencial para la formación
de civilizaciones superiores (...).
La política exterior del Estado racista tiene
que asegurar a la raza que abarca ese Estado los medios
de subsistencia, estableciendo una relación natural,
vital y sana, entre el aumento de su población
y la extensión y la calidad del suelo que habita
(...)
Sólo un territorio suficientemente amplio puede
garantizar a un pueblo lo libertad de su vida (...)."
Adolf Hitler. Mi lucha, 1925.