"El mariscal Badoglio telegrafía:
"Hoy, 5 de mayo, a las 16 horas, a la cabeza de las
tropas victoriosas, he entrado en Addis-Abeba".
En el transcurso de treinta siglos de su historia, Italia
ha vivido muchas horas memorables, pero la de hoy es ciertamente
una de las más solemnes. Yo anuncio al pueblo italiano
y al mundo que la guerra ha terminado. Anuncio al pueblo
italiano y al mundo que la paz ha sido restablecida.
No sin emoción y sin orgullo, y después
de siete meses de terribles hostilidades, pronuncio esta
gran palabra, pero es estrictamente necesario que añada
que se trata de nuestra paz, de la paz romana, que se
expresa por esta simple, irrevocable, y definitiva proposición:
Etiopia es italiana.
Italiana de hecho, porque ha sido ocupada por nuestros
ejércitos victoriosos; italiana de derecho, porque,
por el poder de Roma, es la civilización la que
triunfa sobre la barbarie, es la justicia la que triunfa
sobre la arbitrariedad y la crueldad, es la redención
de los débiles la que triunfa sobre la esclavitud
milenaria. En los pueblos etíopes, la paz es ya
un hecho consumado. Las numerosas razas del antiguo imperio
del León de Judá se muestran claramente
que quieren vivir y trabajar tranquilamente a la sombra
de la bandera tricolor de Italia (...).
En la concentración del 2 de octubre, prometí
solemnemente que haría todo lo posible para evitar
que el conflicto etíope no se transformase en una
guerra europea. He mantenido este compromiso, dado que
estoy aún más convencido que nunca que perturbar
la paz europea significa provocar el derrumbamiento de
Europa. Pero debo añadir inmediatamente que nosotros
estamos prestos a defender nuestra brillante victoria
con la misma intrépida e inquebrantable decisión
con la que nosotros la hemos ganado (...).
Italia tiene, al fin, su imperio. Imperio fascista, porque
lleva las insignias indestructibles de la voluntad y del
poder del Lictor Romano, porque tal es el objetivo hacia
el cual estaban dirigidas durante catorce años
las energías poderosas y disciplinadas de las jóvenes
generaciones italianas. Imperio de paz, porque Italia
quiere la paz para ella y para todos (...). "
Discurso de Mussolini del 5 mayo de 1936.
Recogido en M. Laran y Willequet.
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