“En realidad, y en contra de lo que se cree, tanto
en la Alemania nazi como en la Italia fascista, los
partidos nazi y fascista no fueron las únicas
fuerzas que estuvieron presentes en sus Estados. En
Italia, el partido fascista estuvo en ocasiones (…)
marginado en el Estado italiano, compitiendo con otras
fuerzas que incluyeron desde el empresariado al ejército,
entre otros grupos, que entraban en conflicto con asesinatos
entre ellos. (…). En realidad, hubo incluso más
diversidad en las cúpulas del poder de Italia
y Alemania que la que hubo en España, donde el
Partido Fascista (Falange), más tarde convertido
en Movimiento Nacional, junto con el ejército
y la Iglesia, constituyeron un bloque de poder que,
a pesar de sus tensiones, estuvo menos dividido que
el bloque de poder nazi alemán o fascista italiano,
y ello como consecuencia de sus orígenes históricos:
el golpe fascista de 1936.
Es importante señalar que el caparazón
ideológico del sistema del régimen dictatorial
español, caracterizado por un misticismo nacionalista
exacerbado, racista y profundamente anticomunista, persistió
hasta el final del régimen, aun cuando su intensidad
fuera diluyéndose.
(…) En este aspecto, el régimen dictatorial
español fue mucho más intervencionista
que el fascismo italiano y el nazismo alemán,
convirtiendo esta dictadura en uno de los regímenes
más totalitarios existentes en Europa occidental,
portador de una ideología totalizante que abarcaba
todas las dimensiones del ser humano. (…) Contenía
dosis elevadas de fascismo, incluyendo su racismo, su
imperialismo, su apego a los valores militares y de
fuerza (como lo denota el término Cruzada), su
ansia de conquista, su espíritu enormemente reaccionario,
su extrema forma de represión psicológica
y sexual, su odio al liberalismo, laicismo, socialismo,
comunismo y anarcosindicalismo, y que contribuyó
a una de las represiones más violentas que han
existido en el siglo XX en la Europa occidental.”
V. Navarro. Franquismo o fascismo. Claves de
razón práctica, Nº 115. 2001.