“A diferencia del Estado liberal, que tiene la misión
de administrar una sociedad de manera que puedan desarrollarse
los individuos, los grupos y la economía sin limitación
de la libertad, el Estado totalitario pretende, mediante
la coerción, organizar la sociedad para evitar
los defectos y las taras del liberalismo. [ ... ] El fascismo
italiano sitúa su ideal en un Estado todopoderoso,
«conciencia inmanente de la nación»,
cuyos intereses deben prevalecer por encima de los intereses
individuales. [ ... ] A las gentes, desprovistas así
de sus esquemas habituales de organización, el
régimen propone un ideal de unión en el
Estado: en lugar de las luchas sociales, la colaboración
de las clases mediante estructuras corporativistas; en
vez de la lucha de los partidos, un ideal moral de espíritu
de sacrificio en favor de la comunidad nacional; en lugar
de la fe religiosa, la mística comunitaria, de
la cual el partido fascista es la encarnación y
el sustento.
El caso de la Alemania nazi es, a la vez, parecido y distinto.
La voluntad de unificación de la comunidad nacional
es idéntica, pero en este caso es la raza y no
el Estado, simple instrumento al servicio de los objetivos
raciales, lo que constituye el punto de encuentro.”
S. Berstein. Los regímenes políticos
del siglo XX.
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