“Auschwitz-Birkenau era un doble campo, tan amplio
que solamente la alambrada electrificada que rodeaba a
Birkenau (el centro de exterminación), tenía
aproximadamente doce kilómetros; cada uno de los
campos, uno a cada lado del ferrocarril, medía
unos siete kilómetros cuadrados (...) Torres de
vigilancia se levantaban a intervalos regulares a lo largo
de la alambrada electrificada. Estas torres estaban dotadas
de guardias armados de las SS y de la Waffen-SS. Disponían
de reflectores que iluminaban las instalaciones por la
noche.
Las cámaras de gas y el crematorio esperaban a
aquellos que habían sido rechazados en la selección
para el trabajo. Éstos eran los viejos, los débiles,
los tullidos, todos los que presentaban algún síntoma
de desorden mental, mujeres embarazadas y todas las mujeres
con hijos hasta unos catorce años de edad (…
)
Los hombres y las mujeres aptos eran conducidos en formación
y desnudos, numerados mediante tatuajes y vestidos con
un sucio uniforme de presidiario. Su alejamiento en el
futuro serían los atestados barracones de madera.
Los prisioneros que debían morir eran llevados
a las cámaras de gas en los camiones.
Las antesalas de las cámaras de gas estaban disimuladas,
aparentando ser unas casas de baños (…)
El Sonderkommando [la brigada especial que se encargaba
de este "trabajo"] regaba los cadáveres
apartándolos y cargándolos en plataformas,
que los descendían a los crematorios que estaban
en la parte inferior. Allí se realizaba la última
profanación: los dientes de oro eran arrancados
de las mandíbulas yertas con alicates e introducidos
en recipientes con ácido, y el cabello que podía
ser aprovechado era afeitado de las cabezas de las mujeres.”
VV.AA. Historia Contemporánea.
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