“Las ejecuciones en masa por gas empezaron en
el curso del verano de 1941 y se prolongaron hasta el
otoño de 1944. Yo controlaba personalmente los
ejecuciones en Auschwitz (...).
Por “solución final" se entendía
el exterminio de todos los judíos de Europa.
Tenía orden de dejar en disposición de
funcionar los procedimientos de exterminio en Auschwitz,
el mes de junio de 1941 (…) Había visitado
Treblinka con objeto de ver la forma en que allí
se llevaba el exterminio (...). El comandante del campo
me dijo (..) que había empleado gas monóxido
y, en su opinión, sus métodos no eran
muy eficaces. Así pues, una vez mandados construir
los edificios de exterminio, decidí emplear el
Ciclón B, ácido prúsico cristalizado
que introducíamos en la cámara de gas
por una pequeña hendidura. Para matar a las personas
que había dentro de la cámara de gas se
requerían de tres a quince minutos, según
las condiciones climatológicas (...). Ordinariamente
esperábamos media hora para abrir las puertas
con objeto de sacar los cadáveres. Una vez estaban
fuera, nuestro comando especial se apoderaba de los
anillos y dentaduras de oro de los cadáveres
(…).
También, de vez en cuando, se realizaban experimentos
con los prisioneros; entre ellos, la esterilización
y experiencias relativas al cáncer. La mayoría
de personas que morían a consecuencia de tales
experimentos habían sido previamente condenadas
a muerte por la Gestapo (…).”
Declaración de Rudolph F. Hoss, comandante
del campo de Auschwitz, ante el Tribunal de Nuremberg
en 1945.