“El terror sigue siendo utilizado
por los regímenes totalitarios incluso cuando ya
han sido logrados sus objetivos psicológicos: su
verdadero horror estriba en que reina sobre una población
completamente sometida. Allí donde es llevado a
la perfección el dominio del terror, como en los
campos de concentración, la propaganda desaparece
por completo; quedó incluso totalmente prohibida
en la Alemania nazi. La propaganda, en otras palabras,
es un instrumento del totalitarismo, y posiblemente el
más importante, en sus relaciones con el mundo
no totalitario; el terror, al contrario, constituye la
verdadera esencia de su forma de gobierno […] matando
a pequeños funcionarios socialistas y a miembros
influyentes de los partidos adversarios trataron de demostrar
a la población los peligros que implicaba la mera
afiliación a esos partidos […] como «propaganda
del poder», advertía a la población
en general que resultaba más seguro ser miembro
de una organización paramilitar nazi que ser un
republicano leal.”
Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo.
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