Gordon Thomas
“Edward Stone, importante especulador
bursátil, llegó a casa a las seis de la
tarde del Jueves Negro. Con los ojos enloquecidos gritó
a su hija Edith:
- No podemos conservar nada. No tengo ni un centavo.
La Bolsa se ha hundido. Nos hemos quedado sin nada.
¡Nada¡ ¡Voy a matarme¡ Es la
única solución. Tendréis el seguro...
Y echó a correr en dirección a la terraza
(...). Un paso le separaba de la barandilla cuando Edith
logró agarrarle un pie y retorcérselo
hasta derribarlo (...). Entonces intervino la esposa,
que le abofeteó repetidas veces y, al fin, Edward
Stone empezó a reaccionar (...). Todo había
pasado en menos de cinco minutos. Comenzaron a llegar
los criados, a quienes hubo que decir que se había
caído.
Al final, ya más calmado y en su habitación
junto a su mujer e hija, logró contar lo ocurrido.
Estaban en la más completa miseria. Ese día
había perdido más de cinco millones de
dólares.
Gordon Thomas. El día
en que se hundió la Bolsa. 1984.