Groucho Marx
“Muy pronto, un negocio mucho más atractivo
que el teatral atrajo mi atención y la de mi
país. Era un asuntillo llamado mercado de valores
(...). Si uno compraba ochenta mil dólares de
acciones, sólo tenía que pagar en efectivo
veinte mil, el resto se le dejaba a deber al agente
(...). El mercado seguía subiendo y subiendo
(...). Lo más sorprendente del mercado en 1929
era que nadie vendía una sola acción.
La gente compraba sin cesar (...). El fontanero, el
carnicero, el hombre del hielo, todos anhelando hacerse
ricos arrojaban sus mezquinos salarios –y en muchos
casos los ahorros de toda la vida– en Wall Street
(...). Un buen día el mercado empezó a
vacilar. Algunos de los clientes más nerviosos
fueron presa del pánico y empezaron a vender
(...); al principio las ventas se hacían ordenadamente,
pero pronto el pánico echó a un lado el
buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus
valores (...) y los agentes empezaron a vender acciones
a cualquier precio (...). Luego, un día, Wall
Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso
de la toalla es una frase adecuada porque para entonces
todo el país estaba llorando.”
Groucho Marx. Groucho y yo, 1981.