“En los países nórdicos apenas
se dio sufragismo debido a la mentalidad progresista
imperante y al peso social de la mujer, que facilitaron
la equiparación jurídica (...).
Una evolución diferente presentó el mosaico
de países del este procedentes de los imperios
centrales: austro-húngaro y alemán, turco
y ruso. El desmoronamiento de los dos primeros tras
la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Checoslovaquia,
Polonia) trajo reformas muy progresistas, el voto femenino
entre ellas, sin existencia previa del sufragismo (...)
En Rusia fue posible después de una auténtica
revolución, la bolchevique, que trastocó
los fundamentos del orden tradicional. En el caso de
los Estados surgidos el Imperio turco, Yugoslavia, Grecia
y Bulgaria, (...) No hubo sufragismo ni reformas tocantes
a la situación femenina.
Por último, en los países occidentales
cabría diferenciar entre los protestantes (Inglaterra,
Holanda...); más modernos y evolucionados, y
más prósperos económicamente, y
los católicos (Italia, España, Portugal...);
atrasados, tradicionales y conservadores. (...) En los
países protestantes hubo un movimiento sufragista
fuerte, y sólo gracias a su lucha se consiguieron
las reformas y el voto. En los católicos apenas
se dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha
batalla femenina y muy tarde, caso de Italia, o por
el reformismo de sus gobernantes, caso de España,
se obtuvieron estas conquistas.”
Gloria Ángeles Franco Rubio. Historia
universal. Siglo XX.