Adam Smith
“Todo hombre, con tal que no violar las leyes de
la justicia, debe quedar perfectamente libre para abrazar
el medio que mejor le parezca para buscar su modo de
vivir, y sus intereses; y que puedan salir sus producciones
a competir con las de cualquier otro individuo de la
naturaleza humana (...).
Según el sistema de la libertad negociante, al
soberano sólo quedan tres obligaciones principales
a que atender: la primera, proteger a a la sociedad
de la violencia e invasión de otras sociedades
independientes; la segunda, el poner en lo posible a
cubierto de la injusticia y opresión de un miembro
de la república a otro que lo sea también
de la misma (...); y la tercera, la de mantener y erigir
ciertas obras y establecimientos públicos, a
que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los intereses
de los particulares, o de pocos individuos, sino los
de toda la sociedad en común: por razón
de que aunque sus utilidades recompensen con abundancia
los gastos al cuerpo general de la nación, nunca
recompensarían si los hiciese un particular.”