“Francia aún no está preparada para
el combate; Inglaterra vive atormentada por dificultades
interiores y coloniales. Rusia teme mucho la guerra,
porque tiene miedo de una revolución interior.
Vamos a esperar que nuestros adversarios estén
dispuestos o debemos aprovecharnos del momento favorable
para provocar la decisión He aquí la difícil
cuestión que se trata de resolver.
El ejército austríaco es todavía
fiel y útil; Italia está todavía
fuertemente comprometida con la Triple Alianza e incluso
si prefiere aún, por el momento, el mantenimiento
de la paz, para curar las heridas de la última
guerra, sabe sin embargo muy bien, que si Alemania es
derrotada, ella será entregada sin remedio a
la violencia de Francia y de Inglaterra y perderá
su posición independiente en el Mediterráneo;
se mantendrían, pues, hoy por hoy fielmente a
nuestro lado. Podemos, igualmente, contar llegado el
caso, con Turquía y Rumania. Tenemos así
todas las de gana podríamos dirigir los mandos
de la política europea, mediante una ofensiva
decidida, y podríamos asegurar nuestro porvenir.
Esto no quiere decir que debamos provocar la guerra,
pero allí donde se produzca un conflicto de intereses
(...) no deberíamos retroceder, sino hacerlo
depender de la guerra y comenzar ésta por una
ofensiva resuelta; poco importa el pretexto, pues no
es de esto de lo que se trata, sino de todo nuestro
porvenir, que está en juego.
Artículo publicado en
Die Post, diario pangermanista, el 24 de febrero de
1914.”