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La Primera Guerra Mundial |
Raymond Aron
"Tanto en Francia como en Alemania
se esperaba que las batallas serían luchadas y
ganadas en unas pocas semanas. Se pensaba que las reservas
de equipo y municiones de tiempo de paz bastarían
para las necesidades estratégicas que llevarían
a la victoria. El resultado en Francia de este notable
optimismo fue que, el 15 de septiembre, después
de 30 días de operaciones, los stocks estaban medio
vacíos y los arsenales disponían sólo
de 120.000 proyectiles para cañones de 75 mm. Si
en octubre las reservas de tiempo de paz no se hubieran
agotado virtualmente al mismo tiempo en ambos lados, la
carencia de municionamiento hubiera dado a uno o a Otro
la decisión vanamente buscada en el campo de batalla.
Durante los dos primeros a ños, los cañones
de un calibre fueron abastecidos únicamente a expensas
de los de distinto calibre. Hasta 1917 no pudo la producción
atender más o menos eficientemente a la demanda
del campo de batalla. En lugar de 50.000 empleados, se
tomaron 1.600.000 en la fábricas destinadas a la
defensa y, a estos obreros, hay que añadir los
que en Estados Unidos trabajaban directa o indirectamente
en apoyo de los aliados. Los ministros y sus consejeros
militares creían que estaban llevando a cabo una
guerra «como otra cualquiera», esperando que
su desenlace se determinara en una poca batallas de aniquila-
miento. En realidad, había entregado a los pueblos
de sus naciones a un largo proceso de desgaste."
Raymond Aron. Un siglo de guerra
total.
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